Jun 05 2011

El control de las emociones en una competición

Parece increible lo que pueden influenciarnos las emociones. Cómo el miedo puede paralizarnos o la ira puede llevar a un ser humano a hacer daño a otro. Las emociones son reacciones innatas del ser humano, y su función adaptativa. Según cada persona perciba una situación tendrá una reacción emocional: es muy claro el ejemplo de que se nos acerque un perro, a una persona puede producirle alegría y a otra miedo.

Hay seis emociones básicas: felicidad, ira, miedo, sorpresa, repugnancia y tristeza. El resto son combinaciones de estas emociones. Algo bastante básico en psicología es que las emociones no son ni buenas ni malas, pero sí hay emociones positivas o negativas: si la situación favorece la supervivencia es positiva. Ante una situación, la emoción nos dice si es “peligrosa” o no para nuestra existencia. Asímismo, las emociones pueden tener distinta intensidad y ser bruscas o graduales.

Pero la emoción puede no responder a la realidad de la situación: puede ser valorada por el organismo como positiva aun siendo perjudicial para él (como la droga), o como negativa aun no siéndolo. La emoción determina nuestro comportamiento, que es aquí donde quiero llegar, y esa reacción aprendida por nuestro organismo es lo difícil de controlar, puesto que es el hábito de nuestra mente y cuerpo ante una determinada situación.

Hoy hemos visto como Rafa Nadal hacía una remontada espectacular a Federer en el primer set, algo que ya estamos acostumbrados a ver. Ambos son jugadores excepcionales, actualmente nº1 y nº3 del mundo. No voy a entrar a analizar el juego de cada uno, en lo que quiero centrarme es en el aspecto psicológico, en cómo las emociones llevan a un jugador a ganar o perder una competición.

Rafa tiene la capacidad de remontar no porque su juego sea superior, sino porque ir perdiendo no le descentra, le hace aún más competitivo. A Federer suele ocurrirle lo contrario, puede estar jugando perfectamente, sin embargo empieza a perder y tarda un buen rato en recuperar la estabilidad emocional, durante bastante tiempo está completamente descentrado. Hoy le ha llevado a cometer por ejemplo casi el triple de errores no forzados que Rafa.

Después ha habido un parón por la lluvia. ¿Qué ha sucedido a la vuelta? Federer ha retomado el juego con una concentración increible. Y Rafa ya no, la pausa le había hecho perder su euforia. Rafa normalmente se mantiene concentrado ante la presión, Federer ante la presión se desmorona más facilmente, salir de ella le hace ser capaz de racionalizar y recuperarla (podemos observar en ambos la explicación situación-emoción). Hemos visto como han vuelto al terreno de juego y Federer es quien ha comenzado a ganar un punto tras otro. Pero esta situación ha fortalecido a Rafa porque es la que le motiva y finalmente los dos jugadores han podido seguir el partido con la concentración adecuada. Ojito que les ha llevado más de una hora recuperarla.

¿Es por eso Federer un mal jugador? En absoluto. Para algo es el nº3 del mundo y ha llegado a estar en el nº1. Lo que es Federer es un ser humano, y las emociones le influyen. Incluso estoy segura de que él es completamente consciente en el momento de lo que le está haciendo jugar mal y reconoce perfectamente sus emociones, sin embargo no puede controlarlas. Y lo más curioso es que le sucede casi siempre con Rafa, no se trata de que ese sea su punto débil, sino que sabe que el es punto fuerte de Rafa: no solo produce que él se desmorone, sino que Rafa se fortalezca, eso es lo que realmente le hace desmoronarse a él.

Sucede lo mismo en cualquier competición. Se puede ver el ejemplo igualmente en un deporte de equipo, como el fútbol o el baloncesto. Un equipo puede ser incluso superior a su contrincante, pero de repente se encuentra en un partido o un momento del mismo en el que la distancia del marcador es relevante. Ese equipo perfectamente tiene la capacidad de remontarlo, pero no sucede, sino que además comienza a perder todavía más, simplemente porque la moral de sus jugadores y su concentración se han ido al traste.

Y es que en una competición hay mucha presión. Si ya nuestras emociones nos afectan en nuestra vida cotidiana, ¿Cómo no van a afectarnos en momentos en los que sabemos que no podemos cometer errores? La inteligencia emocional, bastante moderna, trata sobre el reconocimiento y control de estas emociones, control que no es sobre la emoción misma (recordemos que son innatas), sino sobre qué situaciones nos producen esa emoción y sobre su manifestación externa, cómo reaccionamos ante esas emociones.

En aspectos como este es donde se valora el poker como un deporte de competición. Hablo lógicamente de torneos, muy diferente de la modalidad de cash. De hecho hay muchísimos jugadores ganadores de cash que no lo son en torneos. En cash si te pones “tilt” puedes cerrar la sesión, recargar fichas o recuperarlas al día siguiente. En un torneo tienes que mantenerte concentrado durante las cinco, diez o cincuenta horas que dure.

Hablo de estoy hoy aquí porque es parte del análisis de mi juego. Creo que el aspecto psicológico es lo más difícil de mejorar. Ayer jugué en la final de la Liga Comar, con jugadores en general de nivel bajo, y pese a los errores continuos de los demás mi estado de ánimo provocó que no me haya metido en premios. La última mano la perdí de bad beat cuando tenía 15 ciegas, pero ni mucho menos fue lo que me hizo perder el torneo, el torneo me lo hicieron perder mis emociones. Desde la primera mano que jugué en la que perdí 4500 puntos, el 45% de mi stack, mano que sabía perfectamente que no debía jugar así sin necesidad de ningún análisis exhaustivo, mano en la que sabía que eran mis emociones las que estaban jugando. Pero mi parte racional no hizo ningún caso, consecuencias de ser humana.

Antes de sentarme en el torneo estuve teniendo una conversación sobre la fractura de mi pie, si estaba soldando bien, oyendo comentarios sobre que era extraño que no lo hubieran operado, etc. Llevo tres semanas preocupada por esto, porque desde el día de urgencias han estado valorando la operación, el pie me sigue doliendo, y en una semana aproximadamente sale mi avión para Las Vegas, por lo que me preocupa hacer el viaje sin tener claro que esté soldando el hueso adecuadamente.

A lo que voy, esto no es para contaros el estado de mi pie, sino para que comprendáis cómo me sentía cuando me senté a jugar. De repente solo pensaba en la posibilidad de que el pie me pudiera dar problemas más adelante, de tener que cancelar el viaje, de ampliar el tiempo de estar limitada con muletas, etc. Además había dormido poco y no me encontraba bien, y en la mesa estaba bastante incómoda por tener que estar torcida para tener el pie en alto. Esta preocupación, cansancio, enfado, etc. era lo que primaba en mi cerebro, el poker pasó a ser algo secundario y tuve muchos fallos jugando. Decisiones de manos bastante sencillas las tomé equivocadas en varias ocasiones por no controlar mis emociones, por cansancio y por falta de concentración.

Y hoy Federer ha perdido su partido por lo mismo. Solo que Federer vive con los dioses y yo soy una simple mortal.